Comparen con la situación actual, cuando hacen falta muchas arrobas para poder pagar un jornal. La costumbre de cavar se extendió porque de esta manera se eliminan malas hierbas y se facilita la aireación del suelo, el enterramiento de la materia orgánica y una mayor penetración del agua de riego, para que 'el árbol beba'. Después se labraba, primero con caballerías y después ya con tractor o con 'mula mecánica'. Por contra, el empleo de herramientas rotatorias, tipo 'rotovátor', si bien elimina también de golpe las malas hierbas, mueve la tierra y mezcla la materia orgánica, provoca que en el terreno se forme una 'suela' por debajo del perfil de penetración de la herramienta, lo que constituye una capa de impermeabilización que frena la infiltración del agua de riego y el desarrollo de las raíces del arbolado. Por tanto, este sistema lo ven poco apropiado muchos agricultores, al menos para no utilizarlo de forma seguida o exclusiva, en todo caso combinando unas cosas y otras. Pues bien, cuando estaba claro que cavar los huertos era la mejor técnica para manejar el terreno y asegurar buena cosecha de naranjas, pero se había encarecido mucho la labor manual, surgió la inventiva que desarrolló la cavadora mecánica, lo que representó toda una revolución. La cavadora combina la actuación de varias azadas (normalmente 5 o 7, siempre en número impar) que son movidas mediante un ingenioso sistema de bielas, lo que permite una evolución alternativa de cada una de ellas, convirtiéndose el movimiento circular del motor y su toma de fuerza posterior en una serie de acciones verticales que impactan con fuerza sobre el terreno. El resultado del 'cavado' es idéntico, y aún superior, al que se lograba manualmente, pero mucho más rápido y por tanto más rentable. A las marcas Macaper y Cavasola, con pequeños modelos autopropulsados, le siguió Cavabé, de La Pobla de Farnals, con modelos para enganchar en mulas y tractores, y que todavía fabrica bajo pedido. Pero últimamente se extendió más el sistema de 'no cultivo', dejar la tierra quieta, y la generalización del riego a goteo aún lo ha acrecentado, con lo que las cavadoras quedan hoy bastante en desuso
viernes, 21 de marzo de 2014
MACAPER-CAVASOLA
Esa máquina pintada de azul que ven en la fotografía es una cavadora de la marca Macaper. Se construyó en los talleres de la empresa de igual nombre, en Villarreal,
Las cavadoras autopropulsadas supusieron una gran revolución tecnológica en la citricultura valenciana a partir de los años 50 y 60 del pasado siglo. Hasta entonces, gran parte de los huertos se cavaban a mano al salir del invierno, literalmente a golpes de azadón, lo que representaba un tremendo esfuerzo para los agricultores y un gasto que empezaba a ponerse en niveles insostenibles, porque estaban subiendo los jornales, aunque todavía se podían pagar varios de ellos con el importe de una arroba de naranjas.
Comparen con la situación actual, cuando hacen falta muchas arrobas para poder pagar un jornal. La costumbre de cavar se extendió porque de esta manera se eliminan malas hierbas y se facilita la aireación del suelo, el enterramiento de la materia orgánica y una mayor penetración del agua de riego, para que 'el árbol beba'. Después se labraba, primero con caballerías y después ya con tractor o con 'mula mecánica'. Por contra, el empleo de herramientas rotatorias, tipo 'rotovátor', si bien elimina también de golpe las malas hierbas, mueve la tierra y mezcla la materia orgánica, provoca que en el terreno se forme una 'suela' por debajo del perfil de penetración de la herramienta, lo que constituye una capa de impermeabilización que frena la infiltración del agua de riego y el desarrollo de las raíces del arbolado. Por tanto, este sistema lo ven poco apropiado muchos agricultores, al menos para no utilizarlo de forma seguida o exclusiva, en todo caso combinando unas cosas y otras. Pues bien, cuando estaba claro que cavar los huertos era la mejor técnica para manejar el terreno y asegurar buena cosecha de naranjas, pero se había encarecido mucho la labor manual, surgió la inventiva que desarrolló la cavadora mecánica, lo que representó toda una revolución. La cavadora combina la actuación de varias azadas (normalmente 5 o 7, siempre en número impar) que son movidas mediante un ingenioso sistema de bielas, lo que permite una evolución alternativa de cada una de ellas, convirtiéndose el movimiento circular del motor y su toma de fuerza posterior en una serie de acciones verticales que impactan con fuerza sobre el terreno. El resultado del 'cavado' es idéntico, y aún superior, al que se lograba manualmente, pero mucho más rápido y por tanto más rentable. A las marcas Macaper y Cavasola, con pequeños modelos autopropulsados, le siguió Cavabé, de La Pobla de Farnals, con modelos para enganchar en mulas y tractores, y que todavía fabrica bajo pedido. Pero últimamente se extendió más el sistema de 'no cultivo', dejar la tierra quieta, y la generalización del riego a goteo aún lo ha acrecentado, con lo que las cavadoras quedan hoy bastante en desuso
Comparen con la situación actual, cuando hacen falta muchas arrobas para poder pagar un jornal. La costumbre de cavar se extendió porque de esta manera se eliminan malas hierbas y se facilita la aireación del suelo, el enterramiento de la materia orgánica y una mayor penetración del agua de riego, para que 'el árbol beba'. Después se labraba, primero con caballerías y después ya con tractor o con 'mula mecánica'. Por contra, el empleo de herramientas rotatorias, tipo 'rotovátor', si bien elimina también de golpe las malas hierbas, mueve la tierra y mezcla la materia orgánica, provoca que en el terreno se forme una 'suela' por debajo del perfil de penetración de la herramienta, lo que constituye una capa de impermeabilización que frena la infiltración del agua de riego y el desarrollo de las raíces del arbolado. Por tanto, este sistema lo ven poco apropiado muchos agricultores, al menos para no utilizarlo de forma seguida o exclusiva, en todo caso combinando unas cosas y otras. Pues bien, cuando estaba claro que cavar los huertos era la mejor técnica para manejar el terreno y asegurar buena cosecha de naranjas, pero se había encarecido mucho la labor manual, surgió la inventiva que desarrolló la cavadora mecánica, lo que representó toda una revolución. La cavadora combina la actuación de varias azadas (normalmente 5 o 7, siempre en número impar) que son movidas mediante un ingenioso sistema de bielas, lo que permite una evolución alternativa de cada una de ellas, convirtiéndose el movimiento circular del motor y su toma de fuerza posterior en una serie de acciones verticales que impactan con fuerza sobre el terreno. El resultado del 'cavado' es idéntico, y aún superior, al que se lograba manualmente, pero mucho más rápido y por tanto más rentable. A las marcas Macaper y Cavasola, con pequeños modelos autopropulsados, le siguió Cavabé, de La Pobla de Farnals, con modelos para enganchar en mulas y tractores, y que todavía fabrica bajo pedido. Pero últimamente se extendió más el sistema de 'no cultivo', dejar la tierra quieta, y la generalización del riego a goteo aún lo ha acrecentado, con lo que las cavadoras quedan hoy bastante en desuso
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